A lo largo del día vamos experimentando diferentes estados y emociones según lo que nos vaya pasando. Tomar unas decisiones u otras, estar rodeadas de unas personas u otras y factores como el descanso, tienen una incidencia directa en cómo vamos a gestionar para bien o para mal nuestros estados emocionales. Y éstos, afectarán directamente a nuestros pensamientos y nuestra manera de comportarnos.
¿Por qué es importante ir a terapia?
Por norma general, no nos han enseñado ni a reconocer lo que nos pasa, ni a buscar las mejores soluciones para lidiar con ello y la tendencia habitual es hacer como que no lo vemos. Ignoramos cómo nos sentimos y pensamos que así, sin darnos cuenta o sin hacer nada, las emociones pasarán, las situaciones nos dejarán de doler o se resolverán solas. Pero la realidad es que en el fondo no desaparecen y es inevitable no parar de darle vueltas a la cabeza a esa emoción, situación o decisión.
Este hecho puede llevarnos a sentir cosas como que nuestra vida no tiene sentido o que estamos desperdiciándola, que somos un desastre, que el día a día nos supera y que nuestras emociones nos abruman tanto, que no somos capaces de hacer nada. Incluso puede llegar a ser el cúmulo de todas las anteriores el que se nos viene encima y nos hace sentirnos pesados y con falta de fuerzas, ganas y motivación.
Tenemos la tendencia de pensar que debemos lidiar a solas con todos estos temas porque lo entendemos como un signo de madurez, de que somos autosuficientes y personas válidas, pero el hecho de necesitar ayuda nada tiene que ver en realidad con la validez, con la autosuficiencia o con ser maduro.
¿Por qué nos cuesta tanto ir a terapia?
Es bastante común aún por desgracia que asociemos el hecho de ir a terapia con el estigma que acompaña a tener problemas mentales. Con ver debilidad en la gente a la que “le pasa algo” y necesita ayuda porque, “pobrecito, no puede solo”. Pero, ¡Que levante la mano a quién no le pasa o le ha pasado algo a lo que le resulta difícil hacer frente!
¿Quién puede decir que no tiene ningún problema y es capaz de resolver todos sus problemas sin una mano amiga? ¿Existe quien realmente sea capaz de tirar adelante completamente solo en todos los ámbitos de su vida? Socialmente, hemos aprendido que debemos demostrarle al mundo que podemos con todo; y no solo eso, si no que podemos solos y este aprendizaje es el que verdaderamente nos perjudica.
¿Como vamos a atrevernos a pedir ayuda si nos han dicho que es de débiles? Es más, ¿cómo vamos a contarle nuestros problemas a “un desconocido” así por las buenas?
Es por eso que, en muchas ocasiones, acabamos comiéndonos nuestros problemas y nuestras emociones solitos. Porque es lo que nos han enseñado. ¿Porque asociamos el hecho de pedir ayuda con la debilidad? Porque la sociedad nos da a entender desde pequeños que pedir ayuda es de débiles y si hay algo que tenemos claro es que no queremos que nos vean como débiles. El resultado de todo esto es frecuentemente frustración. Y la situación se retroalimenta.
Motivos por los que sí ir a terapia
El primer paso para poner solución a cualquier conflicto interno que tengamos es verbalizarlo. Al hacerlo, le damos presencia, lo hacemos más real y tangible y lo reconocemos. Y al hacerlo, muy probablemente nos demos cuenta que, aquello que pensábamos que solo nos pasaba a nosotros, no sea así y haya mucha más gente que esté pasando por procesos similares.
El miedo al qué dirán, al juicio y a quedar expuestos, suelen frenarnos en el intento de dar el paso. Pero poder compartir estas inquietudes en un espacio de seguridad, nos va a dar alas para avanzar y sentirnos mejor.
Es más que habitual encontrarnos con preguntas del tipo: “Si nos resulta difícil a nosotros mismos aceptar ciertas partes de nuestro ser, ¿cómo vamos a mostrarlas abiertamente a otra persona? Pues entre otras cosas porque desde fuera es más fácil ver ciertos aspectos.
Con la ayuda de alguien externo y profesional nos es resultará más sencillo reconocer las herramientas con las que afrontar cada situación.
Al igual que cuando te duele la pierna vas al traumatólogo, cuando te pesa cualquier situación que te genere malestar emocional, es recomendable acudir a un profesional que te acompañe y te ayude a superarlo.
A terapia no van los locos, si no los que tienen la madurez suficiente para hacerse cargo de sus emociones.